Primer acto: deseo








Su inteligencia era tan desafiante como misteriosa.
Su piel: combinación de anhelos.
Sus labios: una invitación.

Por eso, aquella tarde, serví frente a él una manzana a tientas -mirándolo fijamente- como quien intenta derrumbar broqueles entre tazas de café.

-Es una trampa — dijo convencido.
-Trouble is my middle name — respondí.

Y desde ese día, nos encontramos a tiempo
-y a destiempo-
en la misma canción,
en el mismo rincón
y en las mismas letras.

“Enséñame,
rehazme
a fondo,
avívame
como quien enciende un fuego.”

Él lo sabe.
Yo… también.

Entradas populares